Sé que me lo dio todo y que me lo va a seguir dando todo, lo sé, y eso está ahí, y sé también que me seguirá ayudando a que cada vez sea más fácil. Pero lo demás, el resto lo tengo que hacer yo. Ella me ha preparado para todo, me ha ayudado en todo, me ha dicho lo que tengo que hacer, me ha dicho como tengo que actuar, me ha dicho todo lo que tengo que saber y sé además que cada día está ahí detrás de mí, me educa en una palabra. Pero el resto lo tengo que hacer yo, tengo que ir, ella me acompaña, siempre me acompañará, pero el que tiene que tomar la decisión de partir, soy yo. Y eso para mi no es fácil, sé que ella me lo pone fácil, y que cada día que pase me lo hará más fácil, pero me quemo de esperar. Esperar a qué, a que todo me sea tan fácil que todo me de igual, a que todo me de exactamente igual y que no sepa valorar las cosas, si espero eso, y sé que eso llegará en un mes más o menos, se me habrá escapado la oportunidad de demostrarme a mi mismo que soy capaz de enfrentarme a lo que más deseo. Es así de sencillo, es una lucha interna, sé que si no hago nada, ella me lo pondrá tan fácil que será ella la que me lleve allí, pero yo no quiero que ella me lleve allí, quiero ser yo el que vaya, con la ayuda de ella, por supuesto, pero que sea yo el que vaya.
Aunque parece un lió, es muy sencillo, yo quiero ir a un sitio, deseo ir a un sitio, pero también se que si no voy ella me llevará a ese sitio, sin yo hacer esfuerzo, y puede que si no hago eso, no llegué nunca a valorar nada.
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